Newton Williams ocupa un lugar especial en la historia reciente del Deportivo Saprissa como el delantero panameño que demostró que los sueños pueden hacerse realidad en cuestión de minutos, y sus propias palabras nos revelan la profundidad de su conexión con la institución morada.
"Ojalá mi paso por Saprissa lo recuerden bien. Una persona alegre que siempre luchó por el equipo y siempre quiso lo mejor por el equipo", declara con una emoción genuina, describiendo cómo desde el avión "venía soñando con ese gol" que finalmente materializó en su debut.
Para Williams, cada momento vivido en el estadio representaba la culminación de un sueño que comenzó en las canchas de Bocas del Toro, donde un joven que jugaba béisbol como receptor y pitcher fue descubierto por Mauricio Sandoval en un "Mundial del Barrio". No era simplemente un jugador más buscando una oportunidad, sino un saprissista de corazón que había visualizado celebrar "con la afición" mucho antes de pisar por primera vez el Estadio Ricardo Saprissa Aymá.
Su llegada al club coincidió con una época donde la institución seguía demostrando su grandeza a través de la calidez humana. Williams recuerda vívidamente su primer día en el camerino: "Todo nos recibieron de la mejor manera" y "me sentí prácticamente uno más de ellos a pesar de ser uno nuevo". Mariano Torres, el capitán, fue el primero en saludarlo con un cálido "Dímelo, pana", mientras que Kendall Waston le dio lo que él describe como "un abrazo de oso" que selló su bienvenida a la familia morada.

Lo que más destaca en el testimonio de Williams es su descripción de un club donde el compañerismo trasciende las diferencias culturales y geográficas. "Hablaban como panameño y yo riéndome", recuerda sobre sus primeras conversaciones con Esteban Alvarado, el portero del equipo. Esta capacidad de integración inmediata refleja los valores institucionales que han caracterizado al Saprissa a lo largo de su historia, donde el talento se reconoce sin importar su procedencia.
La conexión de Williams con Saprissa no era algo fortuito, sino el resultado de una admiración que se había gestado años atrás. "Desde ese entonces empecé ya a madurar en ese sentido del deporte", explica sobre cómo comenzó a seguir al equipo, pero fue en un amistoso contra Sporting donde su destino quedó sellado: "Yo dije, 'Chuso, yo quiero aquí'". Esa declaración, aparentemente simple, encerraba toda la fuerza de un sueño que se convertiría en realidad.
El momento cumbre de su historia llegó en su debut oficial. Cuando escuchó "Newton, llamen a Newton", describe que "de afuera ya sentía el apoyo de la gente" gritando "metan al búfalo, métanlo, suéltenlo". Su primera jugada fue una falta a favor, pero fue en su segundo toque del balón, aproximadamente a los cinco minutos, donde escribió su nombre en la historia del club con un gol que desató una celebración que él mismo describe: "Quería correr cancha a cancha de todo lado y quería... volver loco en el estadio".
Sin embargo, el fútbol también le mostró su cara más cruel minutos después. Una lesión sin contacto, en un simple cambio de dirección, lo alejó de las canchas. "De todo. No puede ser", fueron sus primeros pensamientos, seguidos de la preocupación por dejar al equipo con uno menos. Las lágrimas que se vieron esa noche no eran solo de dolor físico, sino de frustración por no poder ayudar a sus nuevos compañeros cuando más lo necesitaban.

La respuesta del club ante su lesión revela la cultura institucional que Williams había percibido desde su llegada. "Desde el día uno, desde la lesión del día siguiente, los profes, cuerpo técnico, gente de la administración, todos me han escrito", relata con gratitud. El mensaje fue claro y contundente: "Tranquilo, que aquí tenemos toda la herramienta para trabajarte y que regrese mejor o doble".
Newton Williams representa la esencia de lo que significa ser saprissista en la era moderna: talento, pasión, sueños cumplidos y la capacidad de sobreponerse a las adversidades con el apoyo de una institución que trasciende lo deportivo. Su historia, aunque apenas comenzando, ya forma parte del folklore del club, donde un joven de Bocas del Toro demostró que con 10 minutos en cancha se puede conquistar el corazón de toda una afición.