Nicolás Delgadillo ocupa un lugar especial en la historia reciente del Deportivo Saprissa como el delantero argentino que demostró que la adaptación a una nueva cultura futbolística puede ser tan natural como contagiosa, y su propia personalidad nos revela la profundidad de su conexión con la institución morada. "Lo tomo con mucha responsabilidad y orgullo porque no cualquiera viste estos colores tan lindos", declara con la humildad característica de quien entiende el peso histórico de la camiseta que porta, describiendo cómo desde su llegada se ha "adaptado muy bien" a lo que considera una institución de gran envergadura.
Para Delgadillo, cada día en el Saprissa representa un aprendizaje constante en una liga que él percibe como más exigente que la argentina en ciertos aspectos. "Creo que acá se vive de otra manera, un poquito más alocada que lo que sería el fútbol argentino", explica sobre la intensidad de la presión costarricense, donde "hay que ganar siempre" se convierte en una filosofía de vida más que en una simple expectativa deportiva.
Su llegada al club coincidió con la continuación de una tradición saprissista de recibir a los refuerzos con calidez humana. "Fue el Loco Guzmán y Mariano que estaban ahí y me dieron la bienvenida y Kendall también", recuerda sobre sus primeros momentos en el camerino, destacando cómo los capitanes "se pusieron a disposición para lo que precise y me hicieron todo más fácil". Esta experiencia inicial marcó el tono de lo que sería una integración ejemplar a la cultura del club.
Lo que más destaca en el testimonio de Delgadillo es su descripción de una afición que lo sorprendió desde antes de pisar oficialmente suelo costarricense. "Ya había llegado y no habían ni siquiera anunciado y ya pisé Costa Rica, ya me decían 'Vamos por la 41, vamos por la 41'", relata con asombro, reconociendo que la pasión de los seguidores morados es "muy similar" a la argentina, pero con una particularidad: "siento que es un poco más porque se siente mucho más la presión, la linda presión".
"Creo que cambió todo por un tema de trabajo, de continuidad, de ver el esfuerzo que hace uno", analiza sobre cómo la hinchada pasó de darle "el beneficio de la duda" a pedirlo por su nombre cuando no está en el once titular.
Su comprensión del fútbol costarricense trasciende lo meramente deportivo y se adentra en lo cultural. Desde su preferencia gastronómica por "el pinto" hasta su reconocimiento de que "cada partido es un examen para poder estar en el otro", Delgadillo ha demostrado una capacidad de adaptación que va más allá de lo profesional. "Trato de dar siempre lo mejor para estar y que en la cancha se vea reflejado", declara, resumiendo una filosofía de trabajo que ha resonado tanto con sus compañeros como con la afición.

El momento definitorio de su carrera saprissista llegó con su primer gol en casa, una experiencia que él describe como transformadora. "Después del partido que me tocó hacer el gol con Saprissa, ahí yo creo que ya mi cabeza hizo click y me he sentido parte de la institución", explica sobre el momento en que sintió correr por sus venas el famoso ADN morado del cual tanto había escuchado hablar.
La decisión de emigrar por primera vez en su carrera no fue tomada a la ligera, sino que representó "un reto muy lindo" compartido con su esposa de 11 años. "Hablamos con mi mujer y dijimos nos vamos y nos vamos", recuerda sobre una determinación que los llevó a abandonar su zona de confort argentina para apostar por una experiencia que hoy describe como transformadora: "no me arrepiento ni un minuto de la decisión que he tomado".
Su integración al grupo se facilitó no solo por la presencia de Mariano Torres como compatriota, sino por una personalidad naturalmente sociable que él mismo define como "bastante bromista". "Soy bastante de hacer bromas, entonces dentro de todo les caigo bien", dice sobre su relación con los capitanes, describiendo un ambiente camerino donde "me llevo bien con todo el mundo".
Como él mismo expresa, el Saprissa "es todo para mi familia y para mí", una declaración que encapsula perfectamente lo que significa vestir los colores morados cuando se hace con el corazón.